martes, septiembre 12, 2006




Se prolonga un instante de dolor.

Como la arena corrediza
entre los dedos de un dios
obstinado en detener
el tiempo en su miseria.

Se propaga el cansancio,
la tensión y la fatiga.
Y la frente se me postra,
agota, compungida.

Hay finales predecibles
para toda historia, sin vivirla.

Y un hondo lugar donde se quedan
las rutas nunca andadas,
por frustradas, incumplidas.

Pero todo,
mundo, tiempo,
humanidad, dolor y vida
toman formas indecibles
desde guerras,
donde el odio
es quien domina.

Hay instantes de dolor.
Y dolor, que se eterniza.

Mt-06


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