lunes, septiembre 04, 2006


Desde la profundidad del vientre
asciende la voz:

Un estertor
rompe la calma.

Habría que ser de piedra
para acallar el dolor
de tanta humanidad
masacrada.

Pero ni la roca dura,
ni el frío rincón
del claustro soñoliento,
consiguen acallar
la lucha desencadenada
entre pueblos que pretenden
saber del dios
que reina sobre la nada.

Mt.

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