Qué insignificante labor
la del espantapájaros
en medio de un desierto de nada.
Mas ahí persiste,
emplazado en su postura,
derramando
pepitas de calabaza
desde su corazón,
sangrante inerte,
a un pozo de materia.
Guardian al acecho,
manos-madera.
*
Y es que...
Haberlos, hailos,
amigo poeta.
Que siendo paja,
se pronuncian
hierba buena.
Mt.
lunes, enero 22, 2007
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