lunes, enero 22, 2007

Qué insignificante labor
la del espantapájaros
en medio de un desierto de nada.

Mas ahí persiste,
emplazado en su postura,
derramando
pepitas de calabaza
desde su corazón,
sangrante inerte,
a un pozo de materia.

Guardian al acecho,
manos-madera.

*

Y es que...
Haberlos, hailos,
amigo poeta.

Que siendo paja,
se pronuncian
hierba buena.


Mt.

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