domingo, febrero 11, 2007

Con frecuencia he contemplado la luna
absorta en su belleza
admirando ese brillo de pureza
con que en humildad saluda.

Y me asombra
y me enternece
el saberla tan distante
y tan presente...
Testigo permanente de siglos
de variante humanidad y topografía.

Yo la miro, como cualquiera,
estupefacta en el instante
de su grandeza,
satisfecha de mi suerte
al observarla...
Tantos sueños moran
en su frágil claridad de nácar!

Luna de Pitágoras,
de Quevedo, de Lugones...
De un Borges que en sus dudas
no quiso ni nombrarla más que "Luna".
Tan escrita y desgastada en las palabras.
Tan muda en respuesta a letanías!

Pero a mí, que ni la estudio ni la conmino
y que poco sé de su ciencia y de su alquimia
me alcanza delicadamente ensoñadora
con su aura de irisada fantasía.

Mt.

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